Presupuestos participativos, una cosecha fallida.

Presupuestos participativos, una cosecha fallida. 1024 362 Unión Vecinal Cesaraugusta

Acercar el gobierno de Zaragoza a los ciudadanos no es una tarea sencilla. En el Ayuntamiento, en los últimos años, formaciones políticas de todos los ´colores` lo han intentado con distintas herramientas, y con más o menos éxito. El Reglamento de Participación Ciudadana es uno de los instrumentos en el que muchos hemos puesto el punto de mira y la esperanza de un cambio real en esa relación.

Del actual Reglamento faltan muchos aspectos por plasmar que nos hubiese gustado que se pusiesen en marcha. No ha sido posible y su reforma planea y sestea desde hace tiempo de cajón en cajón. Siempre que se apruebe por consenso, como sucedió con el anterior, será una herramienta de trabajo fundamental. Eso sí, si se desarrolla. Tiene que servir para, definitivamente, sentar las bases de cómo el Ayuntamiento y los ciudadanos encontramos espacios de debate, acuerdo y convivencia para el bien común.

Ese documento debería ser el motor que contribuya a impulsar propuestas para su implantación progresiva, como las ramas de un árbol que va dando sus frutos a medida que se desarrolla. Lamentablemente, no está siendo así. Al contrario, se está forzando el crecimiento de ese árbol que es la participación ciudadana para que dé frutos inmediatamente con iniciativas como los presupuestos participativos. El equipo de gobierno de Zaragoza en Común lo ha regado y lo ha sometido a un tratamiento intensivo para, cuanto antes y a marchas forzadas, conseguir la primera cosecha. Ya la tiene: un 1,07% del censo –6.132 vecinos– ha tomado parte en el proceso, un bajísimo porcentaje de participación. Una cosecha absolutamente perdida.

Es lo que tiene empezar la casa por el tejado. Los presupuestos participativos tenían que haber sido como el fruto del árbol que tarda años en desarrollarse, al que hay que mimar y tener paciencia con él, y no un improvisado injerto cuyos resultados ahí están: el 1,07% de los zaragozanos decidiendo cómo y dónde invertir 5 millones de euros. Un esfuerzo más que chocante si nos atenemos al coste humano y económico de la operación, que por parte del equipo de gobierno ha sido alto, muy alto.

Desde la Unión Vecinal Cesaraugusta vimos claro desde el principio que la idea estaba mal diseñada. Se desarrolló un complejo sistema que no facilitó la participación. Los foros y las mesas; el sistema de votaciones; la evidente brecha digital… No se daban las condiciones para implicar a los vecinos. Existía mucho desconocimiento y pocas explicaciones. En general, en la vida, se entiende, se valora y se participa en aquello que se conoce. Lo desconocido produce rechazo y distancia. También sucede alrededor del movimiento vecinal. Y en este ámbito, lo que más se conoce, se valora y se entiende, dentro de lo que podríamos describir como un gobierno cercano de la ciudad, son las juntas de distrito.

Cuando Zaragoza en Común inició el proceso de los presupuestos participativos, la Unión y otros colectivos lo tuvimos claro y así lo manifestamos: el peso de la organización debía recaer en las juntas de distrito. El equipo de gobierno, sin embargo, apostó por el individuo por encima de la sociedad organizada. No se buscó un equilibrio. Se actuó como si la cultura de la participación ciudadana estuviese plenamente inoculada entre todos los sectores sociales y entre la población de todas las edades.

A marchas forzadas se intentó concienciar a los más jóvenes, ampliando la posibilidad de votar a partir de los 14 años. Ahí tenemos el dato: 146 jóvenes entre 14 y 20 años han participado. La Unión ya lo anticipó. No puede ser que la opinión de adolescentes, a través de internet y de las redes sociales, pueda tener el mismo valor que la de las personas que conocen los problemas de cada distrito y trabajan en su resolución.

Todos estos argumentos nos llevan a concluir que el proceso de los presupuestos participativos ha sido un fracaso. Una idea, en principio, positiva, por lo que supone de acercamiento de la acción de gobierno a los ciudadanos, se ha convertido en una realidad fallida.

En la actualidad, alrededor de la participación ciudadana, hay que contar con lo que sabemos que funciona; eso sí, sin cerrar las puertas a lo que está por venir: nuevas tecnologías, mayor protagonismo de las redes sociales, implicación de los jóvenes… Todo tendrá su momento y habrá que esperar a que el árbol crezca y los frutos maduren sin forzar su desarrollo. Mientras tanto, la participación presencial es la que más debería contar, la de siempre, la de la sociedad y las entidades organizadas, dando un gran protagonismo en la toma de decisiones a las juntas de distrito. De hecho, al final parece que queda un importante fondo de este proyecto sin adjudicar, por lo que serán los distritos los que se encarguen de su gestión. Como se tenía que haber hecho desde el principio.

 

José Luis Rivas Elcoro

 

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