Paseo María Agustín: el muro olvidado durante 212 años

• 27 enero, 2021
• ucesaraugusta
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Hace 212 años, los franceses asediaban Zaragoza y lograron penetrar por la puerta de un cuartel.

Después de irse los franceses, la ciudad siguió su rumbo histórico y ese cuartel, muchos años después, fue demolido. Su parte baja quedó como valla del solar en el que se convirtió el cuartel y se cegó la puerta, guardando el escudo de su parte superior en otro cuartel (hasta hoy en día).

Han pasado 212 años y la ciudad se olvidó de ese muro y de esa puerta. El Gobierno de Aragón no los catalogó y el Ayuntamiento tampoco dio importancia al muro. De hecho, planteó en el año 2000 (en el Plan General de Ordenación Urbana) la apertura de una calle peatonal para resolver el fondo de saco de la calle Benjamín Jarnés, junto a la plaza de toros.

El solar se vende, se redacta un proyecto y se pide licencia. Todo legal.

A punto de otorgarse la licencia y habiendo obtenido informe favorable de la comisión de patrimonio municipal, alguien cae en la cuenta y exige que muro y puerta se conserven.

¿Quién tiene razón?

Todos.

Legalmente, los promotores tienen derecho a edificar sin tener en cuenta ni el muro ni la puerta.

Históricamente, habría que hacer lo posible para, tras el abandono de 212 años, intentar conservar de la mejor manera posible un elemento histórico de gran importancia para la ciudad, ciudad que ha perdido, lamentablemente, gran cantidad de elementos urbanos identificativos de su identidad.

¿Cómo se resuelve?

Los promotores han mostrado sensibilidad hacia los elementos históricos y han propuesto conservar la puerta, trasladándola a un lado de la calle peatonal de nueva apertura y adecentar la parte de muro que hace medianil con las instalaciones de la Diputación Provincial de Zaragoza y un pequeño tramo que se conserva en la calle Benjamín Jarnés. Pero se adaptan a la solución que se les ofrezca.

La ciudad, el Ayuntamiento, tiene que respetar los derechos edificatorios del promotor, porque la licencia es un acto reglado. Es decir, si se cumple la legalidad (y se cumple), hay que otorgarla. No se trata de una decisión que dependa de la voluntad de un alcalde u otro.

Por lo tanto, habrá que efectuar un ejercicio de negociación que permita alcanzar un consenso sin que nadie salga perjudicado. Ni la ciudad, ni los promotores.

Sea cual sea la solución (conservar totalmente, trasladar unos metros la puerta, trasladarla a la antigua arboleda de Macanaz, donde yacen enterados más de diez mil defensores de la Zaragoza de aquella época, todavía hoy olvidados o cualquier otra, esperemos que la sensatez se imponga.

Constancio Navarro Lomba. Presidente Unión Vecinal Cesaraugusta