El número de las personas sin hogar se duplica desde 2018
El número de las personas sin hogar se duplica desde 2018 https://i0.wp.com/unioncesaraugusta.org/wp-content/uploads/2021/12/persona-sin-hogar.jpg?fit=1024%2C682&ssl=1 1024 682 Unión Vecinal Cesaraugusta Unión Vecinal Cesaraugusta https://i0.wp.com/unioncesaraugusta.org/wp-content/uploads/2021/12/persona-sin-hogar.jpg?fit=1024%2C682&ssl=1- ucesaraugusta
- sin comentarios
El número de las personas sin hogar que duerme al raso se duplica desde 2018 y se acerca a los 250.
En una sociedad como la nuestra, en pleno siglo XXI, aumenta el número de personas que por diversas circunstancias (pérdida de empleo y ahorros, problemas de salud, especialmente, mental), no tiene otra opción que dormir (y vivir) en la calle, tanto en verano como en invierno.
Personas “al margen” de la sociedad, en el sentido que se muestran ajenas a todo cuanto sucede a su alrededor. Aisladas de todo acontecimiento social, de toda relación humana. Personas que esperan impacientes que haya plaza en el albergue o que pasen voluntarios (de Cruz Roja, del Ayuntamiento o de cualquier otra entidad) para recibir comida caliente, una manta o simplemente una conversación amigable.
Cada día aparecen nuevos “usuarios” de las calles (hasta el verano cinco o seis personas nuevas cada noche duermen a la intemperie, según Cruz Roja, aunque algunas van cambiando), y en el albergue municipal, donde surgen problemas por la falta de vacunación en los que pasan allí las noches.
No podemos normalizar esta situación, no podemos acostumbrarnos a ver gente durmiendo en las calles. El sinhogarismo, tal y como señala el Plan Integral para personas sin hogar en Zaragoza, “es una de las formas más extremas en que se manifiesta la pobreza en nuestras ciudades y configura la categoría conceptual de exclusión residencial grave”. Y, el mismo plan añade que “no disponer de un hogar digno, permanente y adecuado a las necesidades de cada persona y/o familia imposibilita o limita el desarrollo personal, la intimidad y la vida privada, las relaciones sociales, la seguridad, etc.”.
Ante esta realidad, ¿deberíamos hacer algo más desde las asociaciones vecinales? Aunque hay algunas, como Civitas en Las Fuentes que reparten decenas de miles de toneladas de alimentos anualmente, procedentes del Banco de Alimentos y de otras fuentes, quizás la defensa de los intereses de los ciudadanos debería incluir otras acciones dirigidas a la mejora de las condiciones de vida de algunos “ciudadanos” que lo necesitan y, no solo (aunque también es muy necesario) satisfacer sus necesidades básicas.
¿Deberían las asociaciones vecinales ser más activas en la ayuda a los ciudadanos que tienen problemas con las administraciones? Quizá habría que darle una vuelta a los objetivos y a los fines del llamado movimiento vecinal, una vez que las “deficiencias” urbanísticas en su mayor parte de las ciudades se han ido solucionando.
Debate en el que no parece haber muchos actores dispuestos a involucrarse, hoy por hoy.
ucesaraugusta
Todos los relatos por: ucesaraugustaEste sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.
Dejar una Respuesta