Teatro Fleta: entre todos lo mataron
Teatro Fleta: entre todos lo mataron https://i0.wp.com/unioncesaraugusta.org/wp-content/uploads/2020/11/25528911076_5a32f3df18_c.jpg?fit=800%2C390&ssl=1 800 390 Unión Vecinal Cesaraugusta Unión Vecinal Cesaraugusta https://i0.wp.com/unioncesaraugusta.org/wp-content/uploads/2020/11/25528911076_5a32f3df18_c.jpg?fit=800%2C390&ssl=1- ucesaraugusta
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Desde la Puerta del Carmen, en dirección a la plaza de Salamero, se pasa por los restos del teatro Fleta. Ya no está elandamioque ocupó la acera durante muchos años y que debió costar un dineral. Ordenó quitarlo el Ayuntamiento en el año 2013. Si alguien se asoma al interior desde lejos solo ve desolación.
Esa desolación, no obstante, evoca muchos recuerdos. Los que ahora son jóvenes no lo llegaron a conocer. Los que peinan canas recordarán la entrada a través de un pasaje por la calle Azoque, un vestíbulo con unas escaleras y unas pasarelas que daban acceso al patio de butacas y al anfiteatro, porque al patio de butacas había que subir, de manera que se pudiera aprovechar como locales comerciales la planta baja, algo que nunca sucedió. Esas pasarelas, que ampliaban el vestíbulo en vertical se unían por un mural, produciendo un efecto moderno y ligero.
El patio de butacas, de forma radial, disponía de mil localidades y el anfiteatro, un enorme voladizo de hormigón, disponía de setecientas más. Uno de los teatros más grandes de España, que se usaba sobre todo como cine. Su aspecto interior era impresionante, sin apenas decoración, centrándose la atención en el propio escenario. Se construyó en el año 1954, en un estilo demasiado moderno para la época, incomprendido entonces, y quizá todavía hoy un poco. Los arcos de hormigón en la cubierta fueron espectaculares en su día. La fachada principal, que llamaba la atención por su modernidad (o rareza para la época), quería reflejar el interior, y tampoco tenía decoración.
Los más mayores todavía recordarán el llamado Iris Park (cine, teatro, pista de patinaje y dos pistas de baile, una cubierta y otra al aire libre, de los años 30). El Teatro Fleta vino a sucederlo, llamándose los primeros tiempos Gran Teatro Iris, para luego rendir homenaje al tenor aragonés.
Los recuerdos permanecen, pero también duelen los años de desidia (muchos) que hicieron que cerrara primero (el negocio decayó y a los propietarios se les reconoció mayor edificabilidad o una indemnización), se otorgara licencia de derribo en los 80, se paralizara, se catalogara en el Plan General de Ordenación Urbana del año 1986, se autorizara de nuevo el derribo, se volviera a paralizar, lo adquiriera en diciembre de 1998 la Diputación General de Aragón por 1.170 millones de pesetas (algo más de 7 millones de euros), se proyectara su rehabilitación tras un concurso de proyectos (año 2000), se demoliera el año 2003 en una gran parte sin saber bien por qué (¿para ejecutar un proyecto que no pudo realizarse por problemas en su cimentación?), se planteara que la Sociedad General de Autores lo rehabilitara (para lo que había que descatalogarlo, a lo que se negó el Ayuntamiento), se planteara también su uso como sede del Centro Dramático Aragonés, de la futura Orquesta Sinfónica de Aragón y de la Filmoteca de Zaragoza, se constituyera en 2002 el Patronato de la Fundación del Gran Teatro Fleta, se pensara después su uso como sede de la Corporación Aragonesa de Radio y Televisión y de Aragón Audiovisual, intentos de acuerdo con el Ayuntamiento de Zaragoza….
Nada se ha llevado a cabo. Solo se demolió en parte.
Visto lo que queda, ya parece todo irreversible. ¿Cómo hemos llegado a esta situación? ¿Cuántos años llevamos mareando la perdiz? Apenas queda nada del edificio. Queda parte de una fachada y una estructura de hormigón (unos arcos) sujeta por otra metálica ya casi herrumbrosa, que hace temer un próximo colapso, además del anfiteatro.
¿Qué hemos hecho mal como sociedad? ¿En qué nos hemos equivocado? Mientras se nos decía desde las instituciones que no era rentable una sala de esas características, hemos rehabilitado el año 1987 el Teatro Principal, con 834 localidades y muchas limitaciones en el escenario, hemos construido en 1994 un auditorio con su sala Mozart para 1.992 localidades, otra de 429 plazas (sala Luis Galve) y otra de 200 plazas (sala Mariano Gracia), además de una sala multiusos en la que caben en 2.500 personas sentadas o 6.500 de pie, y hemos construido un Palacio de Congresos el año 2008 con 936 localidades en platea y 504 en el anfiteatro, además de una sala (Sala 2008) con 300 localidades y otras dependencias.
¿Van (vamos) a dejarlo morir definitivamente? ¿Lo han hecho ya? Porque parece que ya nos hemos acostumbrado a dejar cosas a medias o a hacer cosas inservibles. Tenemos un túnel a medio hacer, un puente que no se puede usar, un edificio vacío sin que se sepa qué hacer con él, unas estaciones de cercanías que no usa casi nadie….
¿Acaso ha faltado tiempo para pensar (solo pensar) qué hacer con él? No cuesta tanto dedicar algo de tiempo para determinar posibilidades de uso (con los condicionantes que impone su conservación) y analizar los costes que supondría cada una de ellas. Sería un trabajo ya hecho que ayudaría a que quienes tienen (o quienes tendrán en el futuro) que tomar decisiones tuvieran exploradas todas las posibilidades.
Pasar por delante de los restos del Teatro Fleta debería hacer enrojecer de vergüenza a los zaragozanos, pero más a aquellos que tuvieron responsabilidades y no pudieron, no quisieron o no supieron asumirlas. ¿No es hora de que los que ahora pueden decidir nos digan qué piensan de la situación? ¿No es hora de que las instituciones se pongan de acuerdo?
Quizá solo quepa volver al principio: Teatro Fleta; entre todos lo mataron…
Constancio Navarro Lomba. Presidente Unión Vecinal Cesaraugusta
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