Tribuna de Opinión

La degradación de El Gancho

La degradación de El Gancho 1024 377 Unión Vecinal Cesaraugusta

La degradación paulatina de barrios en las ciudades es un fenómeno bastante habitual, no solo en España, sino en cualquier parte del mundo.

Normalmente confluyen varias circunstancias, como la pérdida de condiciones de habitabilidad (o de confort) en función de los cambios que se producen en la sociedad, el abandono, por consiguiente, de los habitantes habituales, la llegada de inmigración que cuenta con escasas condiciones económicas, incluso la mezcla de culturas muy diferentes, y muchas otras, provocan un cambio en la “configuración” del barrio. El proceso suele pasar por cambios en las relaciones sociales, una cierta sensación de hacinamiento, pérdida de identidad de barrio, huida del comercio tradicional y, finalmente, la llegada de grupos “marginales” y relajación de las normas de convivencia. Más tarde pueden llegar las ocupaciones de casas que sus antiguos dueños han cerrado porque no pueden sufragar los costes de mantenimiento, sobre todo si tienen algún grado de protección y, por lo tanto, no pueden sacar al mercado de alquiler y, finalmente, suele aparecer cierto grado de delincuencia, que agrava la pérdida de sentimiento de comunidad y puede hacer irrespirable el ambiente, solicitando el aumento de la vigilancia policial.

Estos barrios suelen disponer de “malos” servicios municipales, entrando en una espiral de degradación de la que es difícil salir.

Hay que recordar que el proceso comienza con el abandono de las clases medias que se han ido empobreciendo hasta convertirse en marginales.

Y tampoco hay una repuesta global desde las administraciones para revertir estos efectos.

Afortunadamente no se han perdido las redes vecinales, el apoyo vecinal a las reformas necesarias para cambiar las cosas. Aunque cuando la administración local redacta un “plan especial” de actuación, estas redes vecinales, con las que no se ha contado para redactar el plan, se oponen, estando convencidas de que las medidas a adoptar deben tener otro orden.

Estas redes sociales, este capital social, es lo que hace que las sociedades funcionen y permanezca cierto grado de unión para mejorar el futuro. Frente a desorden y delincuencia hay que ofrecer libertad, tolerancia y educación. Hay que evitar que la sociedad se deteriore, que cunda la desesperación y que siga existiendo cierto grado de organización social, que sigan existiendo “valores”.

Ese mundo menos amable para los residentes de barrio, ese “miedo” al pasar por ellos, puede ser sustituido mediante cámaras de seguridad en las calles, pero hace falta mucho más para que cambien las cosas.

Lo primero es evitar el efecto “ventana rota”. Una vez que se rompe la primera, parece que hay barra libre para romper todas las demás. Por eso, en la calle Moncasi y alrededores, la asociación de vecinos se preocupa de pintar de nuevo todas las fachadas para eliminar las “pintadas”.  También hay que eliminar las edificaciones ruinosas, esponjar el barrio, inocularle vida con nuevos residentes o actividades, incrementar la actuación policial, etc., operaciones que se han comenzado a llevar a cabo y que, con el paso del tiempo, darán sus frutos.

En Estados Unidos los barrios marginales o antiguos (no todos) van desapareciendo y se van construyendo nuevos barrios residenciales de mayor capacidad económica.

Afortunadamente, en esta parte del mundo, disponemos de otra mentalidad. Solo hay que aprender de cómo se ha hecho en otras ciudades para aplicar las soluciones que han funcionado. Evidentemente, ninguno, a título personal, disponemos de soluciones. Solamente funcionarán las que salgan de grupos sociales y sean apoyadas por la mayoría.

Constancio Navarro Lomba Presidente Unión Vecinal Cesaraugusta

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